Desde Ceres al Éxito: Laila Roth, de evitar la TV a hacer equipo con Pergolini

Publicado: 06 / 09 /2025

Carlos Lucero / El Departamental

La primera escena humorística en la vida de Laila Roth ocurrió durante su nacimiento: el médico que practicó la cesárea era su padre y antes de que él se preparara para sacar del vientre a la beba, su mujer le dijo que le ligara las trompas en el acto «para cerrar con Laila la fábrica».

«Siempre me causó gracia esa cuestión práctica de mamá. Hasta donde necesitaba resolver. Como si dijera ‘ya que me abren, sáquenme las hemorroides también», lanza el chiste la standapera nacida en «fecha mágica», 24 de junio, como Lionel Messi y Juan Román Riquelme, pero en 1986.

Reacia a la TV «porque pensaba que pagan poco y hacen trabajar mucho», a principios de año le llegó un mensaje para sumarse a un proyecto secreto. «Estoy en otra», respondió hasta que escuchó: ‘Es la vuelta de Mario Pergolini’. Fiel a CQC, Laila sintió que era hora de dejar el prejuicio.

Creció en Ceres, Santa Fe, en un pueblo de poco más de 10 mil habitantes. Tercera de tres, el nombre Laila (noche en hebreo) lo eligió su hermana. Muchos todavía se confunden y la llaman «Leila». Con casi medio millón de seguidores en TikTok y presencia diaria en El Trece, Laila Judith, de 39 años, se planta como una de las humoristas revelación, sin olvidar sus inicios en el arte en Ceres.

Alguna vez domó al «monstruo» chileno del Festival de Viña del Mar y se llevó la Gaviota de Plata. Su historia es digna de charlas inspiradoras de estilo TED sobre personas exitosas que se animaron a todo antes de ser descubiertas.

Puede filosofar sobre cualquier cosa, desde la menta granizada hasta la política, con un límite claro: el «punching down» (golpear hacia abajo). Hace humor como defensa y en busca de validación. Si no te reís de vos mismo, es violento reírse de los demás, sostiene.

De Santa Fe a Ámsterdam

Nieta de un actor que trabajó con Leónidas Barletta, su inclinación para la comedia viene de familia. Se crió en una casa donde su papá médico atendía a vecinos con todo tipo de dolencias. Laila aborda todo tema en busca de desentrañar los comportamientos humanos. Incluso habla de depresión, algo que siente cercano. Laila describe a los comediantes como «vampiros de la alegría de los demás».

«Un día papá, cirujano, se cansó del timbre y solo atendía en la clínica», recuerda Laila. Fan de Harry Potter, fue una niña extrovertida y chusma, educación obtenida entre Magic Kids y El Chavo. Se mudó a Rosario para estudiar Ciencias Políticas, pero la matemática le robó el corazón.

En 2010, ya en Buenos Aires, debutó en el universo laboral formal y en el arte del Stand Up, un camino marcado por actuaciones memorables y otras no tanto, como las veces que recibió «ataques» en eventos. Lejos de ofenderse, Laila siempre lo tomó con humor.

-¿En qué momento te sentiste realmente comediante y no solo empleada de estadísticas?

-En Ceres, no imaginaba vivir de la actuación. Empecé en 2011 y en un viaje a Tailandia me animé a decir que era comediante.

-¿Cómo fue largar un trabajo estable para vivir del humor?

-La renuncia no tuvo épica. Se murió mi abuelo y fui a su departamento. Sin pagar alquiler, me animé al riesgo.

-¿Por qué Stand Up exclusivamente?

-Es más económico y personal. Solo necesito mis chistes. No necesito más que eso.

Por qué le huye a la fama

Laila tiene un sello único, una forma de hablar que encanta. Se presentó hace 11 años en Bendita y desde entonces su humor traspasó fronteras: shows autogestionados en ciudades como Madrid, Nueva York y más. Casada con Diego Maggio, muestra sentimientos encontrados con la fama.

-¿Te gusta la fama?

-No me gusta nada. Intento vivir en negación y no estar pendiente de lo que piensan de mí.

-¿Rozás el humor negro?

-Sí, pero no buscado. Algunas cosas lo parecen por el tema en sí. No quiero hacer humor negro, sino contar lo que siento.

-¿El Stand Up es autocastigo para hacer reír?

-Depende del comediante. Yo lo siento como vulnerabilidad, una forma de mostrar que todos somos medio boludos.

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